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No tengo palabras.
Al salir del cine, sí: todas de crítica negativa, porque lo que no se entiende, muchas veces se rechaza.
Pero después ha venido el tiempo largo y sereno, y el deseo ardiente de volverla a ver, y volverla escuchar sobre todo.

El árbol de la vida, una tremenda producción que hace del cine un arte y de los cineastas y actores, genios. Es una película a la que no puedes ir por pasar un buen rato. Tanta superficialidad es incompatible con tanta belleza.

Cómo no me he enterado muy bien, aquí sólo queda un breve pero intenso llamamiento a todos los que tengais alma a que la veáis, y si os parece, comentéis.  Creo que pocas veces el alma ha sido mejor captada, Dios mejor insinuado y la vida más fielmente retratada en su fuerza, su vibrante tensión hacia el bien o el mal.

Y por supuesto, para este noviembre animero, tiene un lamento que arranca de cuajo el corazón y lo eleva a su Dueño.

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