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Mostrando entradas de octubre, 2012

Por qué no volverán

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A mí el tema de la FSSPX me toca muy hondo. No soy lefebriano, faltaba más , pero que un grupo de sacerdotes y fieles, fidelísimos (en abstracto) al Papa y al magisterio de siempre de la Iglesia, a la liturgia bella y sacral de siglos, con una vida cristiana fuerte -familias numerosas, prácticas devocionales practicadas, apostolado activo...- no sean católicos de iure, me da pena. Si ellos estuvieran dentro, creo que traerían más bueno que malo a la Iglesia (porque también tienen cosas malas, pero con todo puede la Casta méretrix) Ahora bien, desengañémonos. Que a Willamson le hayan dado papeleta, que Fellay quiera y no pueda, que muchos deseen y miren con buenos ojos la reintegración... nada de eso cambia el obstáculo, a mi juicio, insalvable de la fraternidad. - Diga, diga, oh oráculo infalible... No haga la pelota, porfa. He aquí mi opinión: El escollo es el régimen de cristiandad, que no va a volver. Sí, lo sé, es duro. Cuanto antes nos hagamos a la idea, mejor será. Porque

La Nueva evangelización según Nicolás (con glosa)

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Esta mañana me desayuno estas declaraciones , para ir abriendo apetito: Una Nueva Evangelización tiene que aprender de los aspectos buenos y no tan buenos de la primera Evangelización. Vengo de una tradición de Evangelización y Espiritualidad que anima a “encontrar a Dios por encima de todo”. Y me digo: chapó. Buscar a Dios, y una vez que lo hemos encontrado, llevarlo a los demás. Porque de eso se trata, de comunicar, de transmitir un mensaje que no es nuestro, pero que se nos ha regalado. Evangelizar es llevar una noticia buena, estupenda... Dios ha bajado a la tierra y nos ha abrazado a cada uno de nosotros. ¡Ójala y ayudemos a encontrar a Dios a los demás, por encima de todo, hasta de las cosas buenas que también hay que hacer en la misión! Me temo que nosotros, los misioneros, no lo hemos hecho con la suficiente profundidad y, por tanto, no hemos enriquecido a la Iglesia Universal como la Iglesia se esperaba de nosotros. Es verdad: desde nuestra secularizada nación, vemo

Tribulaciones litúrgicas

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Escena primera: Misa de exequias en el templo parroquial. Preside un sacerdote amigo de la familia, concelebran un sacerdote cercano al difunto y el cura párroco del lugar. Al llegar a la plegaria eucarística, la paráfrasis del relato de la institución -no las palabras mágicas, sólo lo demás- hace imposible "concelebrar". Escena segunda: Misa de exéquias en el mismo templo. Idénticos personajes -que no personas ni en número-. Desaparece, sin dejar rastro, el esquema del ritual, para dejar lugar a las partes de una misa normal: acto penitencial, bendición al final... Escena tercera: Otra misa de difunto, de cuerpo presente. Otro sacerdote que desvaría hasta dejar al párroco sin saber si bajarse del altar, ponerse él a presidir o cojer el muerto y llevárselo a enterrar católicamente, no por el rito zen-tollo. Todo esto en poco tiempo. La pregunta es: ¿tiene la gente derecho a que cada misa de funeral sea una sorpresa? ¿Tiene el párroco derecho a ponerse borde ? Me

Ya es doctor, y dos promesas incumplidas.

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Ya es doctor. Parecía un sueño, pero al fín ha llegado. Tengo que reconocer que, en mis años de seminario, me hice fervoroso entusiasta de su doctorado, pero parecía tan lejos... sin embargo, ya ha pasado. Dos cosas prometí y dos cosas he dejado de cumplir: ir a Roma, a ver y oír en directo al Santo Padre declarandole doctor, y quemar el jersey gris marengo de codos rozados. Me explico. Lo de no ir a Roma tiene la culpa (o la suerte) que soy párroco múltiple. Hay que ver qué cosas, conforme están los tiempos, y yo pluriempleado... Me desayuné la proclamación en latín, y las 4 misas 4 del domingo estuvieron trufadas de nostalgia romana. Ains! Lo del jersey sé que choca más. Tiene su origen en una fría mañana de febrero, mañana de cuatrimestrales en el seminario. La mañana se iba desperezando, pero yo no, aunque llevaba mi buena camiseta, camisa de franela y una chaqueta de lana. Sentía frío. ¿Un jersey grueso? Uf, me ahogo... ¿Jersey fino y chaqueta? Parecía razonable, pero só

Canon de Pacharán

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A veces merece la pena sacrificar un clásico...

El Rosario de las victorias

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Una batalla se puede ganar con un buen general, con un buen ejército y con buenas armas. Pero también se puede perder con todas esas cosas, si el destino ha escrito que una página se tiña de negro en la memoria de una nación. No voy a traer ejemplos de la historia de España, porque siempre son dolorosos (y por que puedo no ser muy exacto, ya saben...) pero los tenemos en la cabeza, ¿verdad? Sin embargo, sin laureado caudillo, sin ejército y sin armas se puede vencer, si la Capitanía la ostenta la Fe Católica, el ejército son creyentes de rodillas y las armas son sartas de cuentas. Había un folletillo, El rosario por tu patria creo que se llamaba, que hablaba de todas estas cosas. Y a mí me emocionaban, y me llenaban de una confianza en la oración que sólo la insolencia del tiempo ha podido alguna vez vencer. Hoy es la fiesta del Rosario, y como entonces, también es domingo y 7: la Virgen sigue de nuestro lado, ¿qué nos proponemos derrotar?

Deudas

Hoy, al abrir el blog, se han ido mis ojos a un rinconcito que dice: comentarios esperando moderación. Y con espanto he visto: 4 comentarios. ¡Ah! ¿Pero, padre, cómo va a venir feligresía a su blog si los trata así de descortésmente? Por mí, como si no viene nadie. Pero como hablo (y quiero hablar bien) de la Virgen, y quiero que la quieran y me enseñen a quererla más, pues hay que ser cuidadoso. He aprobado todos, y me he puesto a contestarlos. Pero como quedan muy lejos, re-contesto aquí: Cris : tus palabras son muy agradecidas. Sólo es posible tallar esa imagen interior que dices porque tienes un alma limpia, cercana a la belleza. Dios te la encamine a su luz! Shingouz : gracias por la corrección. Las H son traicioneras. Y mira que procuro ser cuidadoso, pero... perdón por la ofensa visula. Mi bolígrafo rojo de la ira gramatical hubiera actuado sin reservas de verlo en otro. Padre Javier: usted siempre tan sacerdotal. Gracias por recordarme una verdad como un templo: ¡el

Ávila contrarevolucionario

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Me tomo el reto del P. Terzio, abro el enlace que me lleva al Audi Filia y me topo con esto : El intento del libro es dar algunas enseñanzas y reglas cristianas, para que las personas que comienzan a servir a Dios, por su gracia sepan efectuar su deseo. Y estas reglas quise más que fuesen seguras que altas, porque, según la soberbia de nuestro tiempo, de esto me pareció haber más necesidad. Danse primero algunos avisos, con que nos defendamos de nuestros especiales enemigos, y después gástase lo demás en dar camino para ejercitarnos en el conocimiento de nuestra miseria y poquedad, y en el conocimiento de nuestro bien y remedio, que está en Jesucristo. Las cuales dos cosas son las que en esta vida más provechosa y seguramente podemos pensar. Va al comienzo, pero tiene para un rato de meditación: 1. Libro de enseñanzas... Si en vez de tantos libros autocomplacientes hubiera más que enseñaran, que guiaran el pensamiento y la voluntad a conocer y obedecer a Dios... El Maestro Áv

2 de octubre

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Hace 84 años repicaron... ...y hasta hoy dura el tañir. A todos los que os sentís como en casa en la Obra, ¡felicidades!

Mi historia de Historia de un alma

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Cuando entré al seminario, lo hice con muy pocos libros debajo del brazo. Creo que sólo un par de novelas que tenía a medias y tres libros de espiritualidad: el Nuevo Testamento, el Kempis (una preciosa edición de 1875, comprada en la Cuesta Moyano) y Camino (edición de 1942). No había más, porque no conocía nada más. Pero tampoco iba descalzo. Con los dos primeros se pueden pasar muy bien unos ejercicios espirituales, por nefasto que sea el director. Y el tercero siempre da sorpresas, se abra por donde se abra. Cuando entré al seminario, lo primero que cayó en mis manos fue "Historia de un alma". Lo abrí en la oración de la mañana, y comencé a leer: Historia primaveral de una Florecita blanca, escrita por ella misma y dedicada a la Reverenda Madre Inés de Jesús.  Uf... monjíbiris, monjíbiris. Le daremos un voto de confianza. Y seguí leyendo: Me acuerdo también del viaje que hice a Le Mans. Era la primera vez que iba en tren. ¡Qué alegrí