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Mostrando entradas de octubre, 2011

Termina el mes de octubre

El mes de octubre, desde que León XIII lo fomentara, es el mes del rosario por excelencia. Junto con el mes de Mayo, son los meses más marianos, donde todo parece querernos llevar a María. Hasta el evangelio de ayer domingo -el que se humilla será ensalzado- tiene el aroma del magníficat, de himno de María. La corriente renovadora liturgista quiso resituar a María Santísima en consonancia con el misterio de Jesucristo en el año litúrgico. Así nos la presenta el Adviento, como protagonista de la Encarnación hacia las últimas semanas (y desde el principio con la fiesta de la Purísima) algo inmemorial, tanto como la celebración de Santa María en el calendario mozárabe. En cuaresma, la Virgen aparece junto al misterio de la Cruz, con el "sentío" Viernes de dolores que no puede remover de la conciencia del pueblo de Dios ninguna reforma del calendario. En la Pascua, María aparece junto al resucitado: no podía ser de otra manera, si ella no se apartó de su Hijo en la cruz, ¿cómo

Cristo Rey

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En el calendario Vetus Ordo la fiesta de Cristo Rey se celebra este domingo. Desde que me enteré -cuando empecé a curiosear la liturgia antigua- me encanta celebrarla también, aunque sea en privado. El caso es que es más apetecible en este mes, aunque sólo por que todavía no hace tanto frío, y porque el ambiente misionero (¡y rosariero!) le da un tinte bien hermoso. La misión de la Iglesia, fuera de llevar a Cristo hasta el último rincón, me parece perder el tiempo. Que Cristo reine, y de verdad, es para lo que nos envía la Iglesia, a todos los bautizados: al Asía meridional en camisola o a la oficina en corbata, entre pucheros mi abuela o dando catequesis doña Encarnita. Todos misioneros, y todos para que Cristo sea Rey. ¿Os imagináis un mundo donde las grandes decisiones se realizaran ante el Sagrario? A nadie llaméis consejero... Quizá un cierto complejo nos impide reconcer que hace falta, es necesario que Cristo reine. La secularidad tiene esas cosas, manda a Cristo Rey a l

Un prescindible encuentro

Asis 3 me deja frío... Después de leer el discurso del Papa, de escuchar la celebración de ayer por la radio diocesana, tengo la impresión de haber sido una raya en el agua, un gasto inútil, un acto protocolario o de cuota. Políticamente correcto . Por maleficio de la informática, esta entrada que estaba redactada, con un montón de citas, al final se ha perdido en el ciberespacio. Una cosa así es Asís. Al final quedará perdido en la memoria. Decía en el fallido post que, del discurso del Papa, no me quedaba con nada luminoso y digno de ser rumiado. Que me daba la sensación - pero yo soy muy corto, lo reconozco, eh- que estaba lleno de lugares comunes. Vamos, que para este viaje no hacen falta alforjas. O mejor dicho, ha sido ir a por leña verde: cuanto más andas, más pierdes. Sólo es otra excrecencia del espectro del CV2 y del fantasma hippie del Poverello. ¿Atenta contra la fe un encuentra de tales características? Yo creo que no. Pero no la enardece, no la hace br

¡Bendita seas Virgen María!

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¡Cuántas imágenes tuyas son profanadas! Nuestra fe católica nos enseña que las imágenes tuyas no son sino testimonios de tu misterio, flechas agudas para herir corazones, para levantar los ojos a lo alto, para buscarte en lo más hondo del corazón. No te ofedemos con eso más que si pecamos, porque entonces destruímos la verdadera imágen, la que Dios ha puesto de sí en nosotros. Pero es doloroso, muy doloroso ver tu rostro así, destrozado, por el asfalto. ¿Cómo se dió lugar a esa foto? Quiero decir, ¿nadie te recogió, te dió mil beso y mil avemarías? Porque si lo que buscaban era una foto impactante de las revueltas, si se recrearon en fotografiarte así, destrozada, es tan sacrilegio como el que te arrojaran contra el suelo. Leo que esa tu imágen no estaba en la iglesia, sino en las salas de catequesis. ¡Cuántos niños te habrán mirado cuando les hablaran de tí! ¡Cuántas madres te habrán contado sus penas, de madre a madre, sobre los hijos, sobre la vida! ¡Cuántas veces el cura

Al César lo del César...

y a Dios lo que es de Dios. Bien, pero: ¿qué le corresponde a Dios? Por que él no tiene moneda acuñada con su imágen. Los taimados fariseos consiguen embaucar a unos discípulos -esos que siempre esperaban que Cristo diera la orden de ataque contra el romano invasor- y le lanzan una piedra bien envuelta de filigrana embelesadora. Siempre me enamora del Señor esa displicencia ante los halagos. ¡ Hipócritas! Me llamáis maestro pero, ¿queréis aprender? Claro, es que Él no viene a ser Señor de ningún estado, sino de todos, de todo el orbe. No vengáis con dicusiones de vecindario, yo no vengo a robar el cetro del poder temporal, porque soy principe desde el dia de mi nacimiento, entre esplendores sagrados, antes de la aurora. Dad al César lo del César... ¡pero a Dios, lo propio de Dios! Nosotros, que somos imagen de Dios, somos deuda de amor. Y amor con amor se paga. Y he aquí que el Hijo del Hombre es Señor también del Sábado , del César, del universo mundo. La pregunta revolu