Pastor como Dios manda
Pedro no se corta. Desde que el Señor le confirmó como pastor de sus ovejas, la gracia le sale por las orejas. El día de Resurrección ya se le habían pasado todos los miedos con verle vivo a Él. Y en Pentecostés deja a los hermanos asistentes con el corazón en un puño... y bautizados. La escena que nos relata el evangelio de este domingo anda por esas fechas, donde Pedro y los demás apóstoles han dado comienzo a la Iglesia, agregando cada día cientos de almas (cinco mil, justo antes de echarles el guante) Eso a los judíos no les tenía que gustar, porque iban dinamitando la religión de sus padres, hasta tal punto que la dejarían en un tocón irreconocible. Lo que no sabían -o no creían, que es todo uno- es que de ese tocón iba a salir el arbol frondoso de la Santa Madre Iglesia. En fin, que en esas batallas andan nuestros santos apóstoles, presos del sanedrín e interrogados por sus galopeos. Y Pedro no se corta: "pues ningún otro nombre nos ha sido dado bajo el cielo, entre l