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Mostrando entradas de julio, 2011

Soy sacerdote de Cristo (28 de julio de 1936)

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San Pedro Poveda celebrando la Misa   “Sepan cuantos esta carta de esclavitud vieren, los ángeles y los hombres y todas las criaturas, como yo, Pedro Poveda Castroverde, me vendo y entrego por esclavo perpetuo de la Virgen María , Madre de Dios, por donación pura, libre y espontánea, que el derecho llama irrevocable intervivos de mi persona y bienes, para que de mí y de ellos disponga a Su Voluntad como verdadera Señora mía, y porque me hallo indigno de esta honra, suplico al glorioso patriarca San José, esposo amantísimo suyo, con los demás ciudadanos celestiales, me alcance de Ella me reciba en el número de sus esclavos, y por ser verdad lo firmo de mi nombre, y quisiera firmarlo con sangre de mi corazón . Indigno esclavo de la Virgen Santísima, Pedro Poveda. Madrid, 29 de abril de 1934. Oración  Dios todopoderoso, que elegiste a San Pedro Poveda, presbítero y mártir, para promover la acción evangelizadora de los cristianos en el mundo mediante la educación

Madre mía, como a Santiago...

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danos hoy valor para ser verdaderos apóstoles de tu Hijo. Danos la palabra justa, el arrojo preciso para no callar, y para callarnos.  Para no callarnos la verdad de Dios, su Palabra poderosa. Y para callarnos ante los designios misteriosos de Padre que nos llevará por donde mejor sea.  ¡Ah María, Inmaculada guerrera! Que juntos luchemos por la victoria de Dios:  la Cruz de Cristo sobre todas las cosas. Hace ya 12 años de mi primera visita a Santiago de Compostela. Allí, en una etapa de cambios, no se me ocurrió pedirle otra cosa al Señor Santiago que "me diera un corazón de fuego para amar a Cristo y evangelizar el mundo". Locuras de niño. Y bromas de Dios, que me ha hecho sacerdote. Así, cuando celebro la Santa Misa de ese día, le pido gracia y le doy gracias. Gracia para que se haga verdad, no veleidad. Gracias le doy porque sé que sólo mis manos ya valen más que mi vida. Y siempre que llega este día de Santiago, me gusta mirar a la Señora encima de su columna y p

Un Corazón que arde y abrasa

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"He venido a traer fuego a la tierra,  ¡y cuánto quisiera que ya estuviera ardiendo! Este día santísimo está consagrado a honrar al Corazón adorable de nuestro Redentor. La Iglesia quiere que nos quedemos con la mirada fija en lo más importante, en lo más esencial del misterio de Cristo. Quien mira a su Corazón, se encuentra abismado por el misterio de Jesús, sin estorbos, sin adiciones que nos hagan parcializar la mirada. Un Corazón divino con latidos humanos, con deseos y aspiraciones de consagración, de salvación. Nosotros no podemos por menos que dejarnos envolver por las llamas de este Corazón, que nos van encendiendo más y más en un fuego santo como el de la Vigilia Pascual: del fuego nuevo y bendito se encenderá la luz que alumbre a la Iglesia y a la humanidad en su camino de esperanza. Del Corazón de Cristo hemos de tomar el calor y el ardor de la nueva evangelización, para llevar a todos la certeza del amor de Dios. No podemos entretenernos en superficialidades: