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Mostrando entradas de septiembre, 2012

Jueves... ¡curas! 2

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Llevo unos días desconectado del mundillo internetero. Paso, veo alguna noticia y me voy. Está empezando el curso y hay mucho que preparar, todo lo que dije preparar en verano y no hice. En fín... Afuera está lloviendo. Temo por las fiestas de san Miguel, que no son las mías, pero me compadezco de mis hermanos. Este fin de semana mi parroquia y un servidor se van de peregrinación mariana a Aragón. A la Virgen del Pilar le pediré varias cosas: - Por España : Madre, que no se diga... tu que abriste la paganidad de Hispania con la planta de tu pie glorioso, que no se tambalee la firmeza de la fe, ni se apague el ardor de la caridad. Señora, no nos dejes... - Por mis parroquias : que sea la voluntad de Dios, Señora mía... ni mi cabezonería ni la pereza de los fieles. (Ya van dos convocatorias con plantón) - Por mi conversión sacerdotal y la de todos mis compañeros, que no me la quedo, digo... que no me quiero quedar en mediocre. ¡Santo, santo, Virgen santa, hazme santo! Le lle

Jueves... ¡curas!

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¿Cómo sería un telediario en un mundo "tradi" perfecto? Atentos a los primeros segundos. Yo echo de menos a Ana Blanco...

El suicidio occidental

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A mí el Islam no me hace mucha gracia. Si me quitan el jamón, las tajás de lomo, la careta de guarro (en torreznos) y un largo etc. además de la cerveza y los chatejos de vino uno, que es célibe, le falta poco para sucumbir a la deseperanza de beber nada más que té (puaghf) y comer pavipollo. Eso, y que tener un apellido de solera que de seguro me une a lo más glorioso de la Reconquista, hace que me distancie afectivoamorosamente de los moritos. A mí el Islam como que no, pero tampoco tengo nada en contra. Como religión (falsa) tiene buenas intenciones, pero como (religión) falsa, tiene malas concreciones. Enfadarse tanto por unas caricaturas o un video es algo infantil, ridículo... y peligroso. Humildad es andar en verdad (Moradas VI 10, 7).Quien no anda en verdad, por fuerza no será humilde. Cuando se ridiculiza a Ntro. Señor o a la Virgen santísima, los católicos, ¿qué hacemos? Pues consolar a Jesús y a la Virgen porque hay mucha gente ignorante que no sabe lo que dice. Quien

Miércoles 19... ¡san José!

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Yo le tengo mucha ley a san José. Y devoción más todavía. A la Madre Maravillas le gustaba celebrar todos los 19 a san José -un cumplemés-, con algún caramelito que ella le obsequiaba: un retiro, una mortificación (perdón, quise decir vivificación), un convento... Yo, si me acuerdo, también me gusta hacerle un detallito. Hoy le encendido una lámpara ante su imagen en la parroquia. Así, cuando la gente llegue esta tarde para Misa, se le irán los ojos un poquillo hacia esa mirada de Padre y muy Señor mío que tiene desde su altar. ¡Padrazo! A san José le pido de todo, porque todo lo da, si conviene. Lo más gracioso me ocurre con buscar aparcamiento. Cuando llego cansado de algún viaje largo, cuando voy con prisa, 'Sanjo' tiene la inmensa caridad de ser amable conmigo... aunque yo no lo sea con los demás. Es lo que tiene Dios -y los santos por su gracia-, que no son rencorosos. Yo, cuando lo pienso, me emociono, y me ruborizo espiritualmente de que me pague con tanto sale

Desprendimiento

Esperanza se marcha. Ha dicho que tiene sus razones y yo, que soy muy ingenuo, la creo a pies juntillas. Ójala lo hicieran más políticos, precisamente los que todo lo empeoran; que tomen nota, que ha dejado el listón muy alto: retirarse sin batalla ninguna, simplemente porque hay cosas mejor que hacer. O por que ya no se puede. O porque ya no se quiere. Me parece una lección que hay que tomarse incluso en la misma Iglesia... y eso, rara vez pasa. Promoveatur ut removeatur. Creo que se dice así. No hay quien se quite un cargo de encima (es decir, de debajo), o muy pocos llegan a tener ese santo desprendimiento: - Oye Paco, que si te vas, esto se hunde... - Bueno, haré un sacrificio... Y el sacrificio lo hacen los de abajo, que siguen soportando al genial lider o lideresa (de todo hay) que todo lo hunde. Yo solo digo que ójala y no aspire a cargo ninguno, pero más aún, que no me agarre a altura ningua. Ni a párroco; ni a vicario parroquial. Y añado a la oración que me enseño mi

Dolores que consuelan

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¡Oh dulzura, oh ternura, oh María!

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Después del adorable nombre de Jesús, el nombre más grande, más poderoso y más dulce es indudablemente el venerable nombre de María. De aquí la veneración universal de que está rodeado en toda la cristiandad. De esta veneración brotó la fiesta que (hoy) se le hace. Esta fiesta empezó a celebrarse, con la aprobación pontificia, en España, en 1513, el 15 de septiembre, octava de la Natividad. Tenía un oficio particular. San Pio V, en la reforma de los Oficios divinos, la suprimió. Pero Sixto V, su sucesor inmediato, movido por las instancias del Cardenal Deza, la restituó. En 1622, Gregorio XV la extendía a la diócesis de Toledo. En 1671 fue extendida a toda España y al Reino de Nápoles. En 1689, Inocencia XI, para conmemorar la gran victoria obtenida por Sobieski sobre los turcos en el asedio de Viena, con amenza evidente para toda la civilización europea, la extendió a toda la Iglesia. Su sucesor, Inocencio XII, algunos años después, fijaba su celebración, con oficio propio, el do

El Concilio que me achuchó (II)

El Cardenal Brandmüller se ha descolgado del establishment con unas frases que sólo pueden salir de bocas valientes que no tienen nada que perder. La negrita es nuestra: La eliminación indiscriminada del latín o de los cantos gregorianos, además de la erección de altares cara al pueblo no se pueden llamar frutos del Concilio. Echemos la vista atrás a la falta de sensibilidad en el cuidado de las almas y en el cuidado pastoral de la forma litúrgica. Sólo hay que pensar en unos excesos que evocan la iconoclastia (el Beeldenstorm, la lucha contra las imágenes) del siglo VIII, excesos que catapultaron a numerosos fieles a un auténtico caos y les dejaron sumergidos en la oscuridad.  Vamos, lo que muchos católico conscientemente pensamos. Lo que la Iglesia se dió como una bocanada de aire fresco en el Concilio no fueron las distintas revoluciones -que según los revolucionarios que las atentaban eran el espíritu del Concilio- sino volver a encumbrar como principio hermeneutico de