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Mostrando entradas de 2015

Sínodo de humo y viento

A falta de declaraciones papales magisteriales, el Sínodo ha terminado en una increible humareda donde unos ven gris, otros negro, un tercero blanco... y todos salen atufados. Bien, más confusión, más palabrería, más de lo mismo. La crisis de la Iglesia, el cisma silencioso sigue su curso. Todos piensan que llevan razón, aunque digan lo opuesto diametralmente. Todos llevan razón, porque nadie ha dado razones. Deseos, ponderaciones corteses, dudas... humo. Recemos. Es inmensamente triste que dos años de trajín y zozobra terminen en lanzar piedras a diestro y siniestro. (Bueno, sólo a un lado. Al lado de los que defienen la doctrina, clara y sin ambigüedades) Recemos, en serio. No se nos adviene nada bueno. P.S. Al final, era el mejor escenario posible. Papeles mojados, llenos de palabras huecas que cada uno acogera como quiera y convenga. Más modernismo.

Mozarabía

A las puertas de Europa se agolpan los bárbaros. No es despectivo, es que su lengua nos suena, igual que entonces, como un barbarbar ... Pero son los bárbaros -a los que no entendemos, ni nos entienden- lo que transformarán esta podrida Europa. Como entonces, a la caida del Imperio. Como ahora, que se nos está hundiendo el Imperio. La civilización que engendraron Grecia y Roma, y que la Iglesia de Cristo nutrió e hizo fecunda, se pudre. La estamos dinamitando con cargas explosivas que fingimos inocuas: aborto, antimatrimonio, hedonismo y materilidad. Placer fútil, carne de sepultura. Carne podrida. Para colmo, la Iglesia, bebiendo los vientos de la modernidad, el aire del mundo, el aggiornamiento , se envenena con su propio vómito: el cisma es real, sólo falta que se manifieste, que abiertamente se enfrenten las partes. Todo parece razón de deseperanza, pero hay un número, y no es el de la bestia, que le da a todo sentido: 675 Ánimo, cobrad fuerzas. Dios nos tiene guardad

Advieniat!

Ver a los operarios del ayuntamiento condal retirar el busto de don Juan Carlos es triste, muy triste. No presagia nada bueno. Son odios y venganzas, irracionales, de chiquillos, que se pagarán caro. Bolas de nieve que se echan a rodar y arrollan, descontroladamente, lo que encuentran a su paso. ¡Oh, qué desdichados somos! ¿cómo no lo vimos venir? Pero la piedra cayó mucho antes. Lleva rodando mucho, arrasando mucho. El empujon lo dieron -lo dimos- cuando quitamos a Dios su lugar en la sociedad. Después sólo tendrán que caer las cosas por su propio peso. Después será el llanto y rechinar de dientes. Después, más después, será el triunfo de Cristo. El triunfo del Corazón Inmaculado de María. No vendrá por los estandartes levantados en honor a la Cruz, sino por la Cruz y su ignominia, por la cruz y el martirio. Como siempre, como hace no tanto tiempo. Sólo que a ver, si esta vez, es la definitiva, y vuelve Cristo para reinar in saecula. Adveniat!