Fuente de la Nueva Evangelización





Puede ser que estemos viviendo la fe como en el Antiguo Testamento: suplidas las viejas instituciones por las nuevas, pero con el mismo espíritu: una vez a la semana vamos al Templo, una vez al año nos confesamos -bueno, tampoco es para tanto-, queremos guardar los mandamientos, e incluso los guardamos a rajatabla; cumplimos con nuestros deberes... cumplimos, en fin, cumplimos.


Pero no completamos. La nueva ley no vino a suplir nada, sino a completar, a llevar a la cima, a empujar hasta la meta, a coronar la obra empezada. Y la cima es la vida eterna, viviéndola con Cristo, hechos hijos en el Hijo, salvados en esperanza, salvados ya, pero aún en camino hacia la gloria.

El Corazón de Jesús debe ser el fundamento de nuestra vida cristiana. No es un plan de pastoral -buenos y eficaces en la medida en que no se les hace mucho caso-, sino una piedra angular, que debe quedar en el oculto cimiento de toda la empresa apostólica, de toda institución y congregación, de todo seminario y parroquia. Debe ser la piedra angular, porque se haya interiorizado la Ley y los Profetas, el Amor de Dios, la Obra de la Redención... en fín, a Cristo Jesús, y de tal manera, que nos se quede en slogan, sino en motor y mantial de la vida.

Hay que superar el cumplimiento, no porque dé lo mismo (tantas veces se ha predicado la tontería esa) sino porque no da lo mismo. Hay que hacer las cosas, pero no basta con hacerlas: hay que ir al Corazón. Mucho ojo con quedarnos con: sólo lo de corazón vale. No. Hay que ir abriendo el corazón, a base de encaminarlo, de irlo cambiando con obras que germinen en vida eterna. Hacerlo por Él, por amor suyo, porque me ama...

¡Corazón de Jesús: vid verdadera que das la vida a tus sarmientos, danos tu amor para dar frutos de nueva conversión!

Comentarios

Entradas populares de este blog

Víspera de Corpus

Un Corazón que arde y abraza (V)

¿Por qué ofrecerles misas a los muertos?