¡Rezad por la JMJ!

Pasa una cosa muy peculiar con estos grandes acontecimientos: a nadie dejan indiferente. Y tiene mucha razón nuestro Sr. Arzobispo cuando dice que los que jalean contra la JMJ son unos paletos. Pero también hay paletos ab internis. Me explico.

No se han dejado de oir ciertas críticas a la JMJ en sí, a cierto estilo, a ciertas actividades... Yo no quiero decir que no lleven razón, que a lo mejor la llevan, y mucha. Pero no deja de ser sintomático que nos arrojemos piedras a nuestro propio tejado. Bien es verdad que se han alzado críticos constructivos, que a la par que señalar peligros proponían remedios o al menos, oraciones.

Y es que en el fondo esto no lo hacemos nosotros, pero no sale sin nosotros. La JMJ fue intución genial del beato Juan Pablo II, para ofrecerles a la juventud un epicentro de renovación espiritual. El Espíritu Santo no puede dejar de actuar donde tantos y tantos jóvenes se le mostrarán disponibles a su acción. La gracia correrá a raudales, estoy seguro, por Madrid y su Puerta de Alcalá, por los corazones de miles de jóvenes y no tan jóvenes.

Pero no seamos ilusos. La JMJ es un espejo de la Iglesia, un concentrado Knorr (katólicos que necesitan oración, reforma y razón) No vamos a ir los santos, sino que esperamos volver siéndolo. Nada es perfecto en la Iglesia, porque se mezcla el pecado, los intereses, las esclavitudes propias a cada pecado que nos incapacitan para responder plenamente a la llamada de Dios. La gracia pasará de largo por delante de muchos jóvenes, de muchos sacerdotes, de muchos "voluntariosos" porque estarán en las musarañas, porque tienen el corazón entornado, como los ojillos de siesta.

El Papa nos ha pedido oraciones. Y ha encomendado a la Virgen los frutos de la Jornada Mundial. Pues, adelante. Recemos, reformemos el corazón, demos razón de nuestra esperanza. Ofrezcamos sacrificios (sacrif...qué?) por sus frutos y sobre todo, defendamos la visita del Papa a nuestra maltrecha nación y asutadas iglesias. El sucesor de Pedro, Vicario de Cristo, ¡Dulce Cristo en la tierra! nos confirme en la fe.

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Madre de la humanidad, Reina de los jóvenes,
abre los corazones de tantos como acudirán a Madrid
para ser confirmados en la fe,
para sentir el impuslo de tu amor constante,

para recibir el valor de ir contracorriente,
de vivir según el evangelio, según la vida de gracia,
como tú,
como Cristo,
¡para redimir el mundo, no para ahogarnos en él!

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