400 años

hace que murió uno de los más grandes compositores católicos, el P. Tomás Luis de Victoria, sj.
Hijo fiel de la Iglesia, dedicó su arte sólo para Dios, siendo su composición únicamente sacra. Y verdaderamente sacra, pues aún no había contaminado ese regusto hedonista la polifonía, buscando mas el lucimiento del cantor que la expresividad y sacralidad de la partitura.

Seguro que está en el cielo quien a tantos ha llevado a él con sus obras.
Vivat!

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