Tribulaciones litúrgicas
Escena primera: Misa de exequias en el templo parroquial. Preside un sacerdote amigo de la familia, concelebran un sacerdote cercano al difunto y el cura párroco del lugar. Al llegar a la plegaria eucarística, la paráfrasis del relato de la institución -no las palabras mágicas, sólo lo demás- hace imposible "concelebrar".
Escena segunda: Misa de exéquias en el mismo templo. Idénticos personajes -que no personas ni en número-. Desaparece, sin dejar rastro, el esquema del ritual, para dejar lugar a las partes de una misa normal: acto penitencial, bendición al final...
Escena tercera: Otra misa de difunto, de cuerpo presente. Otro sacerdote que desvaría hasta dejar al párroco sin saber si bajarse del altar, ponerse él a presidir o cojer el muerto y llevárselo a enterrar católicamente, no por el rito zen-tollo.
Todo esto en poco tiempo. La pregunta es: ¿tiene la gente derecho a que cada misa de funeral sea una sorpresa? ¿Tiene el párroco derecho a ponerse borde?
Me diréis que sí, según...
Ya, pero el problema es que mientras haya cardenales y obispos que asisten -y supongo bendicen- esto, no puede hacer más que celebrar con mucho amor, con mucha delicadeza hacia el Señor y los fieles, y repasar de vez en cuando las rúbricas y su sentido.
Lo ofrezco porque pase pronto el huracán. Me callo, sonrío y si acaso digo: hay un curso de litúrgia que te puede interesar.
Comentarios
Hace tiempo que no repaso el Misal. Gracias a usted lo haré -si Dios quiere- mañana mismo. ¡Gracias!
Lo de repasar las rúbricas viene bien en las siestas de invierno, con un poco de braserito, para coger el sueño.