Un prescindible encuentro

Asis 3 me deja frío... Después de leer el discurso del Papa, de escuchar la celebración de ayer por la radio diocesana, tengo la impresión de haber sido una raya en el agua, un gasto inútil, un acto protocolario o de cuota. Políticamente correcto.

Por maleficio de la informática, esta entrada que estaba redactada, con un montón de citas, al final se ha perdido en el ciberespacio. Una cosa así es Asís. Al final quedará perdido en la memoria. Decía en el fallido post que, del discurso del Papa, no me quedaba con nada luminoso y digno de ser rumiado. Que me daba la sensación - pero yo soy muy corto, lo reconozco, eh- que estaba lleno de lugares comunes.

Vamos, que para este viaje no hacen falta alforjas. O mejor dicho, ha sido ir a por leña verde: cuanto más andas, más pierdes. Sólo es otra excrecencia del espectro del CV2 y del fantasma hippie del Poverello.

¿Atenta contra la fe un encuentra de tales características? Yo creo que no. Pero no la enardece, no la hace brillar, sino que la difumina: ser católico es tener buenos sentimientos, dirán, llevarnos bien con todo el mundo. ¡Una porra! La simpatía no salvará al mundo. Al menos no la nuestra con los infieles, herejes y cismáticos que se han reunido con el Papa. Nos salva la Cruz de Cristo y abrazarnos a ella. Cristo ha sido más que simpático con nosotros, ¡nos ha salvado! ¿Y vamos a perder el tiempo hablando de flores y pajaritos?
...tiene la obligación de anunciar (la Iglesia) constantemente a Cristo, que es el camino, la verdad y la vida, en quien los hombres encuentran la plenitud de la vida religiosa...
Es pues, deber de la Iglesia en su predicación el anunciar la cruz de Cristo como signo del amor universal de Dios y como fuente de toda gracia.

Son citas de Nostra Aetate, donde se dicen cosas muy claritas, pero también muchas para quedar bien, como para crear una buena vecindad en un mundo cada vez más globalizado. La pena es que de muchas confesiones y religiones aún esperamos un gesto similar.

El ecumenismo y el diálogo interreligioso ha derivado por caminos ambiguos en los ultimos tiempos. De un ecumenismo de conversión al de diálogo sólo ha ocurrido el giro copernicano posconciliar, donde el centro ha dejado de ser Cristo y su Iglesia, para ser el hombre y su fe. Pero lo grave es que mucho ecumenismo, con ser pro-cristiano, se ha convertido en anti-Cristo, porque lo considera un estorbo, una piedra de escándalo, una bandera discutida.

Los católicos que nos duelen estas cosas estamos condenados a callar. A callar y a orar, ofreciendo el inmenso dolor que nos produce ver al Santo Padre al ras de otros fantoches, líderes y lideresas de mentirijilla. Es como si hubieran puesto al Papa con otros antipapas, con todas sus razones y criterios. Es como poner a Cristo a la altura de cualquier iluminado. Un ridículo intento de paz.

Cristo es nuestra Paz. Es verdad que nosotros no poseemos a Cristo (en cada Eucaristía, al alzarlo, él me sostiene, no yo a él) Pero, hermanos católicos, os lo digo a voces de teclado: ¡¡SOMOS SU IGLESIA!! Nuestra paz es ser suyos, sólo suyos. Ni muerte, ni abismo, ni espada, ni hambre ni nada nos separará de su amor, nada nos hará caernos de sus manos... sólo si nosotros nos alejamos, nos dividimos...

Ayer, durante el acto-teatro de Asís, pedí con todo el corazón que se convirtieran algunos, que al ver a Pedro, vieran a Cristo... ójala esos signos de buena voluntad, de paz, de concordia sirvan para algo, para que Dios sea más amado, más glorificado, más adorado... Y al final sólo haya un rebaño con un sólo pastor.

Reina de los Ángeles,
líbranos de estos espíritus perversos,
danos al Espíritu Santo,
llévanos hasta Cristo.

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