¡Que nos den una gran alegría! (actualizado)

Cuando tantos de dentro denostan y desprecian la fe católica, cuando se pierde por tantas vías el valor de lo sagrado, cuando miles y miles que deberían ser hijos fieles arremeten contra el Padre espiritual de todos nosotros, cuando hace falta más que nunca que lo blanco sea blanco y lo negro, negro...
¡Señor, dales luz y valor para hacer lo que deben!

¡Que vuelvan a casa! Quizá estén ya más dentro que muchos otros...

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Bien pudiera cumplirse este anhelo que a muchos nos nace del fondo del corazón. De corazones que aman a la Iglesia una, santa, católica y apostólica. Vamos, la Iglesia de verdad.
Solo queda que las soberbias y recelos humanos no chafen lo que podría ser, como don Terzio dice, una bella aurora.

El tema del Concilio será apoteósico. Porque si la FSSPX vuelve, empezará de verdad el posconcilio. Hace falta que leeamos sus textos sin ilusiones infantiloides ni sospechas recalcitrantes. Abiertos al Espíritu, el Espíritu Santo, que es el único espiritu del Concilio.

Recemos, unámosnos a esa cruzada de rosario que tienen organizada. Juntos haremos espaldas, y el Señor ablandará corazones. Los de todos, porque si vuelven, no pocos serán los que los miren por encima del hombro.
Y si vuelven, son tan hermanos como cualquier otro que no se hubiera ido. Cuidado con el sindrome del hermano mayor del pródigo.

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Señora nuestra,
no nos dejes... cúbrenos a todos con tu manto,
de uno y otro extremo, todos bajo tu Corazón,
pues que tú estás bajo Dios,
enseñanos a ser humildes y fieles.

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