A Nuestra Señora en su Natividad


Estrella que al mundo venís,
alumbre con fuerza tu ardor
que ciegos estamos de Dios
y frios andamos sin tí.

Escondido entre los hombres
nos ha bajado un lucero
para el que mundo se asombre,
para que encuentre el sendero;
bordado en flores de lis
y astillas de carpintero,
llevadnos por Dios al cielo,
Estrella, si al mundo venís.

Baja la nieve prendida
en eternos resplandores
y es más brillante el día
y más suave sus rigores
que anuncian al Redentor
para tristes pecadores:
suspirando están amores
por la Lumbre de tu ardor.

Disipe tu estrella la noche,
venza tu luz sus tinieblas,
y sean tus doce estrellas
cual faros de pecadores;
deslumbrados por el sol
de torpe, oscura vanidad
seremos sin tu Verdad
ciegos eternos de Dios.

Desabridos sin su fuego,
abrigados en mentiras
tarde será para luego
si no presto tu no nos miras.
Y si nos miráis así,
Estrella, desde la altura
ya no habrá noche oscura
ni frios estaremos sin .

--

Bien sabe ella las pocas letras que tengo. Hacía años que no juntaba dos versos. Ella se merece algo mejor, pero en el cielo, estoy seguro, lo sabrán arreglar.

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