Libertad


El último número de Alfa y Omega trae en portada el tema central del semanario: Lucha en Estados Unidos por la libertad religiosa: Dejadnos ser católicos. Llevo varios días dándole vueltas al tema de la libertad, más aún que he terminado de ver Popieluszko, sobre el martirio del sacerdote polaco que defendía la libertad de los obreros en medio de un estado bajo la bota de la URSS. Más aún presente tengo el tema porque es una piedra de escándalo en el Concilio para la Fraternidad piana y un tema quizá no suficientemente desarrollado: la libertad religiosa.

Pido perdón porque me hubiera gustado poder estudiar más el tema antes de hablar algo. Pero seguro que habrá algún comentario -os prodigáis tan poquito- que pueda iluminar y aclarar lo que voy a exponer.

Resulta conmovedor cómo en la nación de la libertad se libra una lucha titánica por parte de nuestros hermanos católicos por defender la libertad, no de culto, sino de conciencia, y de obrar según esa conciencia. Conmovedor digo porque, o nos removemos como ellos, o nos aplastarán las ideologías totalitarias de hoy, encerrando nuestra profesión de fe en las sacristías, donde no podamos transformar el mundo. Si no puedes dar una alternativa a la avalancha proabortista, si te cortan toda vía de hacer ver con la luz de las obras las posibilidades del amor, de otra economía, de una educación libre... habrá ganado el mal.

Por lo que he leído por ahí, los obispos han preparado una serie de catequesis para la Quincena de la Libertad, sobre el Catecismo y el Concilio. Sería interesante leerlas, ver cómo es una enseñanza fundamental de nuestro tiempo que la Iglesia necesita libertad, una libertad que nace de la misma dignidad humana, la que Dios ha dado a todo hombre y que se nos ha revelado en la posibilidad de responder con amor al amor de Dios o cerrarse el corazón humano a toda gracia. Libertad de culto, más aún, libertad para seguir la voz de Dios en el sagrario del alma.

Muchas zonas de la tierra no tienen ni eso. La coacción que se ejerce para no convertirse, o para no manifestarse como creyente-consecuente recorre desde los paises africanos, islamistas hasta las naciones de la vieja Europa. No es ninguna vacuidad. Se trata de que Cristo reine... ¿cómo? Pues por sus subditos.Viviendo su palabra, cumpliendo sus mandatos... Libertad religiosa no puede significar libertinaje, feria de confesiones, mercadillo de santitos... eso no es libertad porque no es verdad: es confuisión. Y si alguna vez (más de una) lo hemos entendido así, tendremos que hacer penitencia -que viene, que ya está aquí- para que conozcamos la Verdad.

No. Libertad religiosa es el grito de que hoy, ahora, en nuestra tierra, Cristo sea rey, y se le reconozca, si no con una imagen entronizada en los salones de plenos, sí con la libertad de que sus subditos vivan según su ley.

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