San José y el sacerdocio


Esta entrada debería haber aparecido ayer, pero acabé tan cansado, que pensándola me quedé dormido. ¡Bendita vocación sacerdotal!

De eso quería hablar, lanzar al viento de la red una pequeña reflexión, por si a alguien le puede ayudar -el primero a mí mismo, que la escribo-

San José y el sacerdocio es algo que siempre me da que pensar y siempre me incita a unirlos. Un varón justo, cabal, que sufre la voluntad de Dios en su vida hasta el punto de que se deja moldear por el querer de Dios. Padre, sin ser padre según la carne. Esposo, pero sin ahogarse en la tolva de las pasiones. Un hombre que según la naturaleza se quedó a medias, frustrado... o engañado. Pero según la mirada de la gracia, un abismo de la misericordia de Dios que se repite en cada paternidad, la de los padres de familia, la de los padres espirituales, reflejo de la paternidad de Dios. El velo de misterio que rodea a san José es el que envuelve a todo ministerio de paternidad, y por designio de misericordia divina, el ministerio sacerdotal.

San José se puede ver como modelo de sacerdotes por la estrecha relación que tiene con Jesús y María, con el Cuerpo de Cristo y con la Iglesia. El paralelo se establece por sí sólo, y quien no lo vea, es que no mira: una Carne que no es mía se "engendra" en mis manos sacerdotales, un Cuerpo y una Sangre que sí son de la Iglesia, pues corre por las venas del misterio y alimenta la vida íntima y mística... un sacerdote se mira en san José, como esposo y padre, sombra viva del Padre y Esposo, embajador y ministro, vicedios y tutor del Dios encarnado que aprendió a silabear "abba" mirando en los ojos de José la gloria que por la carpintería pasaba...

A san José hay que pedirle que los sacerdotes nos parezcamos más a él, que tan parecido lo modeló el Padre a forma y figura de su Hijo. En definitiva, que nos miremos mucho en Jesús como espejo de verdadera paternidad, como él se miraba para configurarse con la misión que le embargó el corazón y la vida.

¡José, esposo de María, guarda a Jesús en mi corazón!

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