¿Inocentada?

Ójala lo fuera, por la fecha que trae:

La FSSPX mantiene su posición

Es de Infocatólica, que ya sabemos cómo en estos temas tiene cierta acepción de personas... pero de verdad que me gustaría que fuera una inocentada del P. Iraburu. Pero parece que no, por lo desarrollado de la exposición de la nota del P. Gelizé.

Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia...
 Desde que se anunciaron las conversaciones doctrinales, y más aún desde que se entregó el Preambulo, este sacerdote que escribe ha rezado y reza para que se cierre una de las llagas más dolorosas del Cuerpo de Cristo, una herida en la Iglesia que corre riesgo de necrosar y, ya se sabe... habría que amputar.

Pero esto va tomando un cariz previsible y espantoso: la Fraternidad que fundara Mons. Lefebvre, a parte de todo lo condenable de su posición y todo lo salvable de su resistencia, tiene un punto de riesgo teológico, una idea de fondo, que más allá de su pretensión o su misión, le ata a su idea y no a la verdad. Su soberbia le hace diabólica, no por satánica, sino por etimología, por "dispersadora", "que divide"... No tengo yo la capacidad necesaria para juzgar al detalle sus desviaciones, otros lo han echo ya, y nada mal. 


Pero, por más diálogos que se emprendan, no se conseguirá nada, más que ensorberbecer con finísimos argumentos las cabezas del que no quiere a venirse a razones. Lo más grave es querer hacer del Papa actual un relativista, o un modernista, y no reconocerle la asistencia del Espiritu Santo, su providencialidad (especialmente para los lefebvristas). Es verdad que nos gustaría ver a S.S. más resuelto, con más energia, más decidido a no consentir tantas pantomimas que ensucian a la Iglesia, tantos abusos cometidos por los pastores y los fieles... pero hay que darle tiempo: Dios pocas veces actúa de la noche a la mañana. Y nuestro Papa va sentando las bases para una verdadera reforma de la Iglesia, siguiendo la Tradición más auténtica, en fidelidad al origen y a la meta; y sin sobresaltos, de los que estamos tan escarmentados.

Peregrinación de la FSSPX en el año 2000
Para la FSSPX no hay que pedir, si se les quiere, más que conversión, conversión, conversión. "Que nos dén una gran alegría, que se sometan". Serán germen de una verdadera renovación, de una verdadera fidelidad a lo que Dios nos pide en estos tiempos sumar "lo nuevo y lo viejo", lo de siempre, en estos días de apostasía silenciosa. ¡Cuánto necesita nuestra Iglesia de esa obediencia al Depósito de la Fe frente a tanta ocurrencia pastoral! ¡Cuánto necesitamos de pastores que sepan verter en odres nuevos el vino siempre nuevo del Evangelio! Pero eso es lo que no quieren: renovarse, convertirse: corren así el riesgo de quedar esclerotizados, rigidos y yertos, como la mujer de Lot. Y esa sí que será una buena inocentada.

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