De por qué la Pascua es tiempo de alegría

Oscuridad plena. Bueno, la que se puede conseguir, porque las señales de emergencia no hay quien las dome. Monaguillos que corretean trayendo cosas, tropiezan con el braseo, se achuchan el incensario.
Un cura nervioso, porque las iglesias a oscuras le ponen nervioso. Oremos, dice. Y oramos.

Y de pronto la luz.

Es una luz tímida, que aún no tiene fuerza porque no quema más que un poco de pábilo encerado. Pero suficiente como para encandilar los ojos y que la feligresía toda, vuelta hacia las cancelas de la iglesia, solo se fije en esa lucecita. Según se va signando y adornando de granos de incienso, la luz crece. Aún crece más, cuando el sacerdote, con toda la solemnidad que reviste la ocasión, levanta el cirio por encima de la cabeza y entona: ¡Luz de Cristo!.

El incienso, en bocanadas, es atraído por la llama del cirio florido que se comienza a derramar por todo el templo, haciendo de la oscuridad, constelación. Unas hábiles marías se acercan primeras al cirio, como primeras al sepulcro fueron aquellas, y con sus candelitas toman luz que llegará a todos los rincones.

Y de nuevo una voz rompe la noche: ¡Luz de Cristo!

Ya está cuajada la iglesia de luz, porque los monaguillos han encendido, alrededor del presbiterio, un centenar largo de candelitas que, situadas estrategicamente, hacen del ambon un faro en la noche. ¡Luz de Cristo!

Hay un silencio dramático: el turiferario, con más sueño que devoción, tarda en acercar el instrumento al preste. Triple ductus de doble ictus. Y una nube, luminosa como la del desierto, asciende con parsimonia hacia la bóveda, mientras un curilla le pide a los ángeles, a la creación entera y a la Iglesia -su Madre- que se alegre, que rompa a cantar, que reviente de gozo en mil alegrías, que resuene en su corazón una certeza: la Victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte. Cristo ha resucitado, Cristo está vivo, y si ha muerto por tí, por mí, por todos nosotros... ¿qué fuerza o abismo, que temor o demonio nos va a acobardar? Si Cristo está enamorado de nosotros, ¿quién podrá contra nosotros?

Exultet!
Exultet!
Exultet!


Comentarios

javier ha dicho que…
Felices pascua, oiga.
P. Albrit ha dicho que…
Oigo, oigo...
Muy felices las tenga usted también, don Javi!

Entradas populares de este blog

Víspera de Corpus

Por qué no volverán

Un Corazón que arde y abraza (V)