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Mostrando entradas de agosto, 2011

400 años

hace que murió uno de los más grandes compositores católicos, el P. Tomás Luis de Victoria, sj . Hijo fiel de la Iglesia, dedicó su arte sólo para Dios, siendo su composición únicamente sacra. Y verdaderamente sacra, pues aún no había contaminado ese regusto hedonista la polifonía, buscando mas el lucimiento del cantor que la expresividad y sacralidad de la partitura. Seguro que está en el cielo quien a tantos ha llevado a él con sus obras. Vivat!

Lo que el Papa ha dicho

...y a mí me ha llamado especialmente la atención, sería el título completo de la sección. Los discursos seguro que ya os habéis hecho con ellos. Aquí irá apareciendo, de allá para cuando, un prontuario, espigados, flashes que pueden dar para mucho. Este Papa vale mucho. Tenéis que saber qué es lo que creéis. Tenéis que conocer vuestra fe de forma tan precisa como un especialista en informática conoce el sistema operativo de su ordenador, como un buen músico conoce su pieza musical. Sí, tenéis que estar más profundamente enraizados en la fe que la generación de vuestros padres, para poder enfrentaros a los retos y tentaciones de este tiempo con fuerza y decisión. Necesitáis la ayuda divina para que vuestra fe no se seque como una gota de rocío bajo el sol, si no queréis sucumbir a las seducciones del consumismo, si vuestro amor no quiere ahogarse en la pornografía, si no queréis traicionar a los débiles ni dejar tiradas a las víctimas. Prólogo al YouCat Estudiar la fe no

La esperanza y la ilusión

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Ya recuperado del trepidante ritmo de estos días, me asomo a esta ventana cargado de ilusión, mejor dicho, de esperanza. Y digo esperanza, no ilusión, porque la virtud teologal da para mucho más que la mera emoción psicológica. La visita del Papa y el trabajo realizado por tantos y tantos católicos va a dar fruto indudablemente, pero no a nuestra medida, sino a la medida de Dios. Y digo esperanza, porque no confío en los hombres, sino en Dios, que ha movido esto, como un viento impetuoso que llena toda la casa. Una de las intenciones de mi oración para esta JMJ era que no se quedara en una romería . Bien es verdad que yo no he podido asistir cuanto he querido, no he sido observador directo en todo, pero el ambiente que se respiraba en el vía-crucis o en la adoración eucarística del sábado en la vigilia me hacen pensar que los peregrinos, en su gran mayoría, tenían bien claro a lo que iban. ¿La prueba? El silencio . Hasta los "preas" más petardos contenían la respiración,

¡Gracias por venir! ¡Vuelve pronto!

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Dichosos vosotros cuando os insulten por mi causa...

Ya lo dijo el Papa cuando de camino a Santiago... como en los años 30.

El caballero de la Inmaculada

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“No tengáis miedo de amar demasiado a la Inmaculada; nosotros nunca podremos igualar el amor que le tuvo Jesús: e imitar a Jesús es nuestra santificación. Cuanto más pertenezcamos a la Inmaculada, tanto mejor comprenderemos y amaremos al Corazón de Jesús, a Dios Padre, a la Santísima Trinidad"

¡Rezad por la JMJ!

Pasa una cosa muy peculiar con estos grandes acontecimientos: a nadie dejan indiferente. Y tiene mucha razón nuestro Sr. Arzobispo cuando dice que los que jalean contra la JMJ son unos paletos . Pero también hay paletos ab internis . Me explico. No se han dejado de oir ciertas críticas a la JMJ en sí, a cierto estilo, a ciertas actividades... Yo no quiero decir que no lleven razón, que a lo mejor la llevan, y mucha. Pero no deja de ser sintomático que nos arrojemos piedras a nuestro propio tejado. Bien es verdad que se han alzado críticos constructivos, que a la par que señalar peligros proponían remedios o al menos, oraciones . Y es que en el fondo esto no lo hacemos nosotros, pero no sale sin nosotros. La JMJ fue intución genial del beato Juan Pablo II, para ofrecerles a la juventud un epicentro de renovación espiritual. El Espíritu Santo no puede dejar de actuar donde tantos y tantos jóvenes se le mostrarán disponibles a su acción. La gracia correrá a raudales, estoy seguro, po

Novena por las vocaciones

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A Nuestra Señora del Prado, Reina de los Mártires,  y al Beato don Narciso Estenaga, obispo y mártir. Oh Dios y Señor nuestro, Padre de Misericordia, que nos has colmado de dones en la Inmaculada Virgen y en los santos. Te damos gracias por tantos beneficios de tu bondad y te alabamos, porque eres bueno y clemente. Mira esta porción de tu grey amada, que gime por la falta de sacerdotes, de pastores buenos según tu Corazón, y ten piedad de ella. Mira nuestro Seminario, que apenas puede subsistir; mira las casa de religiosos, que no pueden llevar a cabo su apostolado; mira tantas obras de celo y caridad que se dejan de hacer porque no hay sacerdotes, religiosos y consagrados para tanta necesidad. Acoge, Padre, esta súplica, pues te la presentamos confiados en el ruego que el mismo Cristo nos hizo: rogad al dueño de la mies. Acogela, pues va de la mano de tu Hija predilecta, Madre y Esposa tuya, nuestra Señora la Virgen Santa María. Acógela, Padre, pues te lo pide tu márt

Cruzada por la santa pureza

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Vivmos días terribles. El demonio sabe lo que le espera, y como una lagartija a la que le cortan la cola, ésta se remueve incesante, enloquecida, para abatir cuantos más mejor. Es una lucha, una lucha atroz. ¡Y son tantos los frentes! Quiere el Malo ensuciar la sede de Pedro, y lanza contra ella toda clase de mentiras y calumnias, de sospechas y recelos, para hacer flaquear a los pequeños. Los principios de la verdad católica son discutidos por los que deberían ser sus defensores, aquellos que estudian y escudriñas las sagradas escrituras. Los obispos flaquean, los sacerdotes duermen, los fieles languidecen... En las naciones católicas se ha vendido a Cristo por treinta monedas: la de la modernidad, del progreso, del libertinaje... ¿Desfallecer? Eso es la salida de los débiles, que somos todos nosotros. ¿Qué otra cosa nos queda? ¡Luchar! Pero no con nuestras fuerzas, sino con las de Cristo y su gracia. Mirando el campo de batalla quisiera uno huir, pues ¡han caído tantos!

Nieva agosto blancura de María

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Santa María de Ars

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Inmaculada de Ars "Una buena oración es la de pedir a la Santa Virgen que ofrezca al Padre eterno a su Hijo ensangrentado, herido, para pedir la conversión de los pecadores. Es la mejor oración que se puede hacer, por que todas las oraciones se hacen en nombre y por los méritos de Jesucristo... Hijos míos, escuchad bien esto: todas las veces que he obtenido una gracia, la he obtenido de este modo. Nunca me ha fallado". La solemnidad que se acercaba, ¿no era para nuestro santo una ocasión excepcional para testimoniar a Nuestra Señora un afecto de más de sesenta años? Había amado a María desde niño. Una vez sacerdote, había trabajado con todas sus fuerzas para propagar su culto. Para convencerse de ello, les bastaba a los peregrinos el ver imágenes de la Virgen en todas las fachadas del pueblo. En cada casa había una imagen en colores de la Madre de Dios, ofrecida por el señor Cura y en la parte inferior de la cual había puesto su firma. En 1814, el párroco Vianney había co

Nuestra Señora de los Ángeles

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Cuando la Virgen recibió la embajada del ángel: ¿quién se asombró más, ella o él? Más bien debió ser un reconocimiento mutuo de sí mismos en el otro. Como encontrarte con un hermano que hace muchísimo tiempo que no has visto, o como por fín conocer en persona a alguien que te fascina. Porque entre la Virgen y el ángel no hubo más distancia que un leve aleteo, una sorpresa deseada, un suspiro de siglos contenido y al fin exhalado. Ella reina de él. Él, a medida de élla. Porque, ¿qué fue antes en Dios, la creación de los ángeles, o el sueño de la encarnación? Y si Dios no deja de serlo nunca, y si el Hijo siempre lo ha sido, ¿no habrán sido hechos a medida suya? Los ángeles los creó Dios para ella, para mensajeros de este mensaje. Todas las demás comunicaciones del cielo sólo fueron ensayos, preludios, anticipos...de la buena nueva: Cristo. Ésta era la noticia, éste el evangelio, ésta la evangelizada. Gabriel hubiera sufrido las envidias de todos los coros angélicos si no fuer

San Alfonso María de Ligorio

Cuánto me complace, Reina mía dulcísima, este hermoso nombre con que os invocan vuestros devotos: Mater amábilis! Porque Vos, Señora mía, sois sumamente amable y por vuestra hermosura se enamoró de Vos el mismo Señor vuestro: El Rey deseó tu belleza . Dice San Buenaventura que vuestro nombre es tan amable para los que os aman, que sólo al pronunciarle u oírle pronunciar, sienten que se inflama y acrecienta en ellos el deseo de amaros. ¡Oh dulce!, ¡oh piadosa!, ¡oh amabilísima María! ¡No es posible nombraros sin que se encienda y recree el afecto de quien os ama! Justo es, pues, Madre mía amabilísima, que os ame yo. Mas no me contento sólo con amaros, sino que deseo, ahora en la tierra y después en el Cielo, ser, después de Dios, el que más os ame. Y si tal deseo es harto atrevido, cúlpese a vuestra amabilidad, y al especial amor que me habéis demostrado; que si fueseis menos amable, menos desearía yo amaros. Aceptad, pues, ¡oh Señora!, este mi deseo. Y como prueba de uqe lo